Hoy mi post va a tener un fin distinto. Un sabor más amargo y personal. Suena a despedida, a tristeza y cariño. Hoy, bueno, mañana a las 7:28 exactamente (si la huelga me lo permite) dejo de lado una de las experiencias más significativas de mi vida. Una y otra más, puesto que llevo desde los 18 años luchando por un futuro mejor fuera de casa. Luchando fuera de casa, claro, porque desde casa también se pelea.
Primero fue Bilbao, donde pasé los mejores 4 años de carrera que uno se puede imaginar. Conocí a las que hoy son uña y carne conmigo, a la que hoy vive conmigo en París y no puedo querer más, a la persona con la que quiero compartir mi vida entera, a muchos amigos, aventuras, fiestas y experiencias.
Pero toca hablar de París. De ese momento en el que mi GAUR me destinaba a la Sorbonne, esa Universidad con la que tanto había soñado. Por fin. Otra meta alcanzada. Lo celebramos como se merece, sin saber muy bien por donde empezar. Y lo mejor es que la experiencia iba a ser compartida, ya que María ha sido mi 50% en esta aventura.
Desde que pusimos un pie en suelo parisino, supimos que no iba a ser fácil. Empujones, malas caras, negativas, rechazos, muchas preguntas sin respuesta y miles de incógnitas. ¿Dónde nos habíamos metido? Si, en París.
Pero a los pocos meses empezamos a recibir sonrisas, amabilidad, compañerismo, y sobre todo respuestas. Las que tanto necesitábamos para poder seguir en este camino sin detenerse. Y si nos parábamos, era para seguir con más fuerza. Octubre no fue mi mes, un duro golpe me hizo plantearme muchas cosas. ¿Estar lejos de mi familia era necesario? Yo, que desde que recuerdo, he sido la más familiar, pero todo llega. Y el duelo te permite ser aún más fuerte y luchar con más rabia por lo que tu quieres, y lo que él deseaba tanto para ti.
Y aquí es donde entran todas las personas que me llevo en el corazón y que quedarán en mi memoria por mil y una aventura. Empezaré por la Patxeko, mi casa de locos en la que convivo con 30 personas desde mi llegada. Convivo, malvivo, pero vivo. Y me quedo con eso. Con vivir. Con la vida. La que ellos me han dado a lo largo de mi Erasmus. Anoche se reían porque comparé mi estancia de 9 meses a un embarazo. Porque primero fue la alegría, luego las dudas, los remordimientos, las contracciones, los dolores, las patadas, pero cuando llega el momento, vuelve y predomina más que nunca la alegría. Qué hubiese sido París sin roces, encontronazos, platos sin fregar, una cocina peor que la basura, los gritos a altas horas de la madrugada, los que bajan las escaleras como si una manada de elefantes pasara, el que ha decidido salir un finde y hay que ayudarle a subir las escaleras porque no puede con su alma, el que me ha robado el queso vasco tan rico que tenía en mi frigo, el del tomate orlando, el de la leche, el del zumo, el de las galletas, el de las putaditas, las puyaditas, el que te saca de tus casillas, al que no quieres ver en un mes, el que te pone una y otra vez la capucha por manía, la que canta a todas horas como si no hubiese mañana, el que no habla por las mañanas, el que habla a todas horas...
¡AH! Pero me quedo con las buenas risas, las noches de charla interminables, las fiestas sin sentido, las que también lo tenían y salían igual de bien, la boda gitana, los apéros, las guerras de agua, las visitas inesperadas, los traslados que resultan ser broma, las películas que se empiezan y nunca se terminan, los pasteles de cumpleaños, las miradas cómplices, los abrazos, las emociones, el noctilien, el ola q ase, ola q dise, las cenas temáticas, los partidos en el Basilic, los domingos en Montmartre, las compras en las Pulgas, los findes caseros de despojos total, las anécdotas, las historias. Me quedo con vosotros.
Con mis princesas, mis niñas, todas de la misma altura y sobre todo con la misma sonrisa dibujada en la cara. Con sus conversaciones, sus gritos, sus aventuras y sus ocurrencias. Con el cariño que me han dado, lo que me han hecho sentir y dar, lo que he aprendido. Con nuestro chico y sus escotes tapados con pañuelos ultra-modernos. Con sus tomaduras de pelo, o las nuestras. Con su gran compañía entre tanta fémina, y a veces entre tanta tontería. Con su pelo en pecho y su barbita, y sobre todo su sabiduría. Siempre me quedará la frase de Julio Iglesias grabada, ¡colega! Con todas nuestras horas pasadas en la Uni, en el Crous, donde Cécile o donde Miranda. Con el miedo por querer una asignatura de cine y esperar a Esmeralda. Con los cotilleos incesables que nos rodean. Con lo mejor que se puede estar. Con lo mejor que me voy a quedar. Con vosotros.
Y aquí me veo hoy, ahora mismo, dubitativa y con una mezcla de sentimientos que recorren mis pensamientos. Me voy, sabiendo que volveré. Me voy, con la mayor de las ilusiones por todo lo que he podido aprender. Por todo lo que he podido reír, querer, y disfrutar. Por vosotros. Por mi.
Un petit mot en français, même si l'affiche que j'ai mise dans la cuisine résume parfaitement ce que j'ai à vous dire. Merci, encore une fois, pour cette expérience parisienne. Sans vous tous, bien évidemment ça n'aurait pas été pareil, mais je crois aussi que ça n'aurait été rien. On a appris ce qu'est la vie en communauté, même si il y en a qui on appris plus que d'autres, où même si il y en a qui ne veulent pas apprendre. Ce qu'importe c'est qu'à la fin on a tous compris ce qu'est vivre, tout simplement. Loin de chez soi, dans Paris, et avec beaucoup de difficulté. On en est là, aujourd'hui, à 14 juin, et quand on se retrouve tous dans la cuisine, je sais que c'est grâce à vous que Paris est devenu notre Pays Basque particulier. Notre culture nous a rapproché de façon qu'on s'est aidé quand on ne savait même pas ce qui se passait, ou ce qui allait se passer. Quand on avait peur, quand on avait marre, et quand on était content, il y avait toujours quelqu'un pour t'écoute, t'aider ou te consoler. GORA PATXEKO. Et surtout, GORA PATXEKIENSES. Prenez soin de vous, on se reverra, bien évidemment, dans notre magnifique Pays Basque.
Hendaya, allá vuelvo. Con los mios. Con los que abandono tanto tiempo. Mi casa. Mi familia. Mis amigos. Mi cuadri. Mis mascotas. Mi mar. Mi monte. Mi paz.
¡AH! Pero me quedo con las buenas risas, las noches de charla interminables, las fiestas sin sentido, las que también lo tenían y salían igual de bien, la boda gitana, los apéros, las guerras de agua, las visitas inesperadas, los traslados que resultan ser broma, las películas que se empiezan y nunca se terminan, los pasteles de cumpleaños, las miradas cómplices, los abrazos, las emociones, el noctilien, el ola q ase, ola q dise, las cenas temáticas, los partidos en el Basilic, los domingos en Montmartre, las compras en las Pulgas, los findes caseros de despojos total, las anécdotas, las historias. Me quedo con vosotros.
Con mis princesas, mis niñas, todas de la misma altura y sobre todo con la misma sonrisa dibujada en la cara. Con sus conversaciones, sus gritos, sus aventuras y sus ocurrencias. Con el cariño que me han dado, lo que me han hecho sentir y dar, lo que he aprendido. Con nuestro chico y sus escotes tapados con pañuelos ultra-modernos. Con sus tomaduras de pelo, o las nuestras. Con su gran compañía entre tanta fémina, y a veces entre tanta tontería. Con su pelo en pecho y su barbita, y sobre todo su sabiduría. Siempre me quedará la frase de Julio Iglesias grabada, ¡colega! Con todas nuestras horas pasadas en la Uni, en el Crous, donde Cécile o donde Miranda. Con el miedo por querer una asignatura de cine y esperar a Esmeralda. Con los cotilleos incesables que nos rodean. Con lo mejor que se puede estar. Con lo mejor que me voy a quedar. Con vosotros.
Y aquí me veo hoy, ahora mismo, dubitativa y con una mezcla de sentimientos que recorren mis pensamientos. Me voy, sabiendo que volveré. Me voy, con la mayor de las ilusiones por todo lo que he podido aprender. Por todo lo que he podido reír, querer, y disfrutar. Por vosotros. Por mi.
Un petit mot en français, même si l'affiche que j'ai mise dans la cuisine résume parfaitement ce que j'ai à vous dire. Merci, encore une fois, pour cette expérience parisienne. Sans vous tous, bien évidemment ça n'aurait pas été pareil, mais je crois aussi que ça n'aurait été rien. On a appris ce qu'est la vie en communauté, même si il y en a qui on appris plus que d'autres, où même si il y en a qui ne veulent pas apprendre. Ce qu'importe c'est qu'à la fin on a tous compris ce qu'est vivre, tout simplement. Loin de chez soi, dans Paris, et avec beaucoup de difficulté. On en est là, aujourd'hui, à 14 juin, et quand on se retrouve tous dans la cuisine, je sais que c'est grâce à vous que Paris est devenu notre Pays Basque particulier. Notre culture nous a rapproché de façon qu'on s'est aidé quand on ne savait même pas ce qui se passait, ou ce qui allait se passer. Quand on avait peur, quand on avait marre, et quand on était content, il y avait toujours quelqu'un pour t'écoute, t'aider ou te consoler. GORA PATXEKO. Et surtout, GORA PATXEKIENSES. Prenez soin de vous, on se reverra, bien évidemment, dans notre magnifique Pays Basque.
Hendaya, allá vuelvo. Con los mios. Con los que abandono tanto tiempo. Mi casa. Mi familia. Mis amigos. Mi cuadri. Mis mascotas. Mi mar. Mi monte. Mi paz.
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