Timida y muda, la dueña de Marni triunfa con la "antimoda". Ella es su propia musa, no se anuncia y vende ropa atemporal.
A Consuelo Castiglioni los desfiles le provocan alergia. Si fuera por ella, prescindiría del paseíllo final que tanto emociona a muchos de sus compañeros, pero, al no quedarle más remedio que salir a saludar, siempre repite el mismo ritual. Primero asoma la cabeza, de forma muy tímida, y luego se agarra a la primera columna que pilla a mano, como si temiera perder el equilibrio. Finalmente, se inclina como la torre de Pisa, en señal de agradecimiento.
En realidad, la cofundadora y directora creativa de Marni habla el mismo lenguaje que su marca: "Cuanta menor apariencia, mayor elegancia", argumenta. Solo hay un aspecto que cuestiona esta premisa: su obsesión por lucir a casi todas horas los antiestéticos calcetines con plataformas y sandalias de tacones infinitos. Sigue en su empeño de convertir esta costumbre en tendencia.
Tratándose de Castiglioni, mejor no subestimarla. Esta mujer, que reconoce no tener "mucha relación con otros modistos", y hacer una vida "ajena" a la moda, es capaz de todo. Ha creado una firma personal e independiente. Como las clientas a las que viste. Son mujeres que se visten a sí mismas, "nunca para los demás", "ni para aparentar". Andan rebosantes de carácter, igual que esta diseñadora suiza residente en Milán desde hace más de 30 años y que tomó prestado el apellido de su marido.
Con sus dos hijos crecidos, Consuelo empezó a hacer abrigos. Utilizó la tela como "un tejido más", pero la trabajó de una forma distinta a como se hacía en aquel momento. "Más suave, menos ostentosa y más moderna", detalla. Nacía así el estilo Marni, un sello que se aleja de las etiquetas que buscan dar la nota. Para explicar las razones de un éxito que se ha ido construyendo lentamente, no hay más que seguirle la pista a esta creadora: "Siempre diseño cosas que me gustan a mí y que yo llevaría. Adoro lo imprevisible y las sorpresas, como un detalle ligeramente descentrado y un estampado inesperado", sostiene.
Extremadamente tímida, se lanzó a tumba abierta y se abrió a todo el negocio, con colecciones de hombre, para niños, bolsos, lencería, bisutería... Le ha ayudado sobremanera la complicidad de su marido y socio, que se ocupa de los asuntos comerciales. Gianni le ha dejado hacer lo que le ha venido en gana. Porque detrás de su figura tan estilos a se descubre una mujer que se ha guiado por un "instinto" que le ha llevado a "experimentar".
Castiglioni es la antimoda. Hace siempre lo que le gusta sin variar su identidad "estación tras estación". Admiradora de Yves Saint Laurent y Yohji Yamamoto, considera que "se acabó la época de los logotipos y la ropa demasiado reconocible". Su compañía ha revolucionado el mercado con métodos inusuales. Nunca realiza campaña publicitarias -"nuestra filosofía es que los productos hablen por sí solos, sin hacer demasiado ruido"- y se diferencia de las demás marcas de lujo hasta en el emplazamiento de sus tiendas. En lugar de recalar en la primera línea comercial de las ciudades, apuesta por lugares bien situados que obligan al cliente a "descubrirlos". Tampoco echa mano de las musas: "Yo no las tengo. Si he de pensar en alguien, pienso en mí y en mi criterio", sentencia Castiglioni.
Así es como esta compañía de culto ha cimentado una personalidad que detesta el concepto efímero de la moda con prendas sin fecha de caducidad. Cada colección se construye sobre la anterior. "La ropa no tiene que estar pensada para durar solo seis meses". Sin embargo, con el tiempo, Marni ha caído en su propia trampa. La firma que huye de las tendencias ha generado una ola de entusiasmo imitada hasta la saciedad.
Sus coloristas y geométricos estampados siguen reiventándose. Tanto, que el pasado marzo lanzó una colección "low cost" junto a H&M, el gigante sueco de ropa barata. "Nunca nos obsesionamos con triunfar y hacernos más grandes", advierte Consuelo, una mujer que jamás confiesa sus años, pero a la que le parece "de muy mal gusto que una señora de cierta edad marque sus glúteos y exagere su escote". Ella enseña algo peor: sus calcetines.
Creo que hoy he dicho demasiado, ¿no? Así que un pequeño vistazo a dos noticias de interés.
El otro día me hablaron de una aplicación para el móvil, "Instagram", con la cual haces fotos y puedes retocarlas al instante y subirlas inmediatamente para que tus amigos las vean, comenten y voten (¡gracias por el descubrimiento!). Bueno pues el rapidísimo y genio Mark Zuckerberg, creador de Facebook, ha comprado Instagram por la friolera cantidad de 762 millones de euros. Asimismo, se compromete a que la aplicación para compartir fotografías desde móviles crezca de forma independiente.
Y por otro lado, si en mis primeros post comentaba que Dior aun no tenía elegido al sucesor de John Galliano, ya hay nombre. Se trata de Raf Simons, y ha sido nombrado director artístico por Dior. El belga presentará su primer desfile para la renombrada casa de modas en julio en París. "Estoy encantando de incorporarme a esta gran casa", dijo Simons en un comunicado. "La casa Dior es el símbolo de la elegancia absoluta".
El próximo post será sobre diseñadores, gracias a Nora por su cortesía y su implicación en mi blog podré mostrar los impresionantes trabajos que realizan. Un abrazo chérie.
:D
No hay comentarios:
Publicar un comentario